Ciudad verde

I

Supervía poniente. Lunes, martes, miércoles, jueves o viernes; 6.30 – 7.30 a.m.

Sale el ecobús del túnel y el cambio de luz hace que, si uno va sentado entreabra los ojos para ver por dónde vamos, o si uno va parado, despegue los ojos de las redes sociales y vea por dónde vamos. De entre las barrancas donde se observa la distribución equitativa de la riqueza (en las crestas las avenidas de grandes casas blancas y lujosas; en las faldas casas grises o amarillas porque #PRD con apenas ventanas) amanece la Ciudad de México o lo que dice serlo y que apenas se vislumbra bajo la cobija cafegris de gases tóxicos que llamamos cielo. Al fondo, la Mujer dormida afortunada que no va ni parada ni sentada, sino que tiene su propia montaña para descansar sin horarios laborales.

II

Puesto de chilaquiles. Cualquier viernes, 7 a.m.

Es viernes godín y el antojo de chilaquiles ya es un reflejo condicionado. Al bajar del ecobús, camino el puesto del chico con toda la actitud emprendedora y servicial. ¿Para comer ahorita o para al rato?, pregunta por aquellos que guardan mi desayuno para su comida. Coloca los totopos en el unicel y abre el bote de salsa. ¿No tienes rojos?, le pregunto con la esperanza de que esta vez se distinga del resto de chilaquileros y vea por el nicho de su público que prefiere la salsa roja. No, chica, es de que no se venden tanto como los verdes. Es una pena, sólo no les pongas cebolla.

Foto recuperada de: https://es.foursquare.com/v/chilaquiles-y-tamales-el-puestito/4f0f0631e4b0575169c6f3db

III

Combi de Don Taco. Cualquier día entre lunes y viernes, 1-1.30 p.m.

Llegamos a donde se estaciona lo más cercano a una comida corrida casera en Santa Fe. En charolas tipo banquete y cubiertas por un plástico autoadherible se encuentran los guisados que sirven de relleno de los tacos con arroz de $15. Nopales, papas con chorizo, tinga, rajas con crema, tortitas de papa, moles, picadillo, encebollados y otros se turnan los días. ¿De qué tiene?, mi pregunta de siempre. ¿Eso qué era?, es la segunda más frecuente. Mole verde, nombra el guisado que conozco por pipián. ¿Y eso? Puntas de res al chipotle, responde indiferente la muchacha. He tomado una decisión: ¿Me da uno de rajas y otro de pipián? ¿Con arroz? Sí y las tortillas aparte (porque si en esta Ciudad hay quesadillas sin queso, también puedes vender tacos sin tortillas). Toma la cuchara y sirve la carne de res con jitomate y cebolla.¿De qué me dijo el otro? De pipián y lo señalo. Mole verde, dice. Ajá, pipián, ¿no? Me sostiene la mirada por un segundo, la baja para servir sobre el plato de unicel cubierto con un rectángulo de papel de estraza ligeramente sesgado, y la vuelve a clavar en la mía para decir firmemente: mole verde. Empaca el pedido y lo pasa con don Taco. ¿Qué fue?, le pregunta a su asistente, quien tarda en responder. Uno de rajas y uno de pipián, enfatizo como si el tipo de guisado influyera en el precio fijo del taco. Son $30. Le pago al señor, quien cuenta con terminal bancaria, acepta tarjetas de vales y también efectivo. Mi amiga y yo regresamos a la oficina mientras yo le digo que eso en Puebla es pipián y ella me explica que aquí sólo el pipián es rojo, el verde es mole verde. Pero, claro, nunca hay la opción roja en el menú de este o cualquier otro puesto.

Foto recuperada de: https://cookpad.com/mx/buscar/pipi%C3%A1n%20verde

 

III

Curso de Inglés avanzado. Lunes o miércoles, 7:30-9:30 p.m.

El profesor de la India con un perfecto inglés británico nos ha puesto como tarea de writing escribir una propuesta de 250 palabras para hacer de la CDMX una ciudad verde. Vaya que gusta de temas fáciles para desarrollar, pienso. La otra Ana María, pero de Costa Rica (porque allá tampoco tienen creatividad para los nombres femeninos), me pide que le dé una idea para agregar a su escrito, como si me sobraran concretas. Nosotros pusimos algo como “try to stop overpopulation”. Frunce las cejas y dice extrañada: ah, ¿Qué la gente sólo pueda tener un hijo como en China? Y yo muero de risa: ¡No! ¡Pensábamos en descentralizar el país para que la gente deje de venir, no que deje de reproducirse! Ah, mae, pues no lo digas así entonces. Aunque ahora que lo pienso, no suena tan descabellada esa idea, ¿eh? Nos reímos a carcajadas el resto de la clase imaginando ese posible escenario, incluso de camino al metro luego de terminar la sesión. Luego, me subo al Copesa y pienso que lo único verde de esta Ciudad, además de las plantas artificiales del Periférico y los camiones, es la salsa.