Selección natural
Con la construcción del tren interurbano entre la capital y Toluca sobre Vasco de Quiroga, dicha avenida se ha visto reducida, intervenida, taladrada, encementada, encolumnada, rellenada, aballenada y todo lo que termine en –ada, menos “pensada para los que vamos a pie”. Si ya de por sí cruzar es todo un deporte extremo, ahora con las obras, más. Sirva esta situación de ejemplo: de cada sentido, la calle cuenta con 4 carriles; donde cruzo no hay semáforo ni nada más que unas insignificantes rayas consecutivas en el pavimento. En consecuencia, los coches alcanzan cierta velocidad. A unos metros hay un retorno, por lo que los 5 carriles se dividen para los que van a dar la vuelta. Como el camellón se ha ido sustituyendo por columnas que sostendrán en ballenas las vías de tan aclamada vía de transporte, han colocado en su lugar unas vallas naranjas para separar el tráfico para el retorno.
Como miembro de la planta baja de los organigramas o peatón, aplico la estrategia de avanzar a la valla del retorno, de tal manera que ya sólo queden 3 carriles por recorrer y no 5 en semejante avenida con un gran tráfico a velocidad considerable. El problema estriba en lo siguiente: todos los que cruzamos tenemos la misma idea. Así que, si de por sí el área de resguardo consiste en el medio metro de grosor de la valla y los 60 cm que hay de separación entre un tramo naranja y otro, imagine dicha área ocupada por unas 8 personas. Pues, estando ahí parada a media calle esperando no ser arrollada por algún godín que va tarde, he aprendido a valorar un elemento en particular de mi lista de carencias que el coctel genes tuvo a bien (des)favorecerme: la ligera pronunciación que debería seguir a mi espalda. Entonces me siento afortunada, el ser escogido por la selección natural para sobrevivir al cambio en el medio ambiente.
Se detienen los coches, avanzamos a la otra banqueta y llego sana y salva al trabajo mientras pienso que el siguiente “homo” será menos atractivo (para nuestros estándares de belleza actuales, los cuales tendrán que modificarse necesariamente) pero mejor adaptado para las obras mal-planeadas sube-autoestima que suele traer la temporada electoral que se avecina. La genética no se equivoca.